Crónica de un día Maravilloso


Un viaje, una espera y una voz. La gracia da su primer don a quienes añoran la compañía mutua.

La felicidad de aquellos instantes, pasos en sincronía con las voces. Felicidad se respira en el aire, y en ella el paso de las hojas, los dulces olores, los nuevos sabores hacen su eco en una cacofonía profunda; inspiradora.

El dulce sabor del sonreír lo es todo al tiempo que es nada. Los dedos se entrelazan y vuelta a avanzar.

Sonidos nuevos, encantos extraños, son solo parte del proceso que no quiere terminar. Una imagen, un hada, incluso aquella frase precisa hacen su esporádica aparición (¿y es que acaso eres capaz de olvidar el canto de los cuadros blancos?). El mundo confabula. Los amantes disfrutan del momento.

Los recuerdos de un pasado cercano se traen al presente. La Melera habla y un aura brilla más intensamente.

Una pausa. Un interludio antes del acto final. Un canon de cariños, palabras, besos. Aderezo de timidez y nervio, y para concluir, el sabor más dulce, la textura más suave.

Y llega el fin. los amantes se separan y vuelven a una realidad que no sienten propia. Cada uno en su mundo. Un mundo que lentamente se transforma en uno.


Y es que dicen que los hechos, como los sueños, solo duran un instante. Pero estoy seguro que hay algunos instantes, que pueden durar por toda una eternidad en el almacén de la memoria.