Miedos

Una vez más, mi mente no para de pensar. De dar vueltas por ideas que desearía no tener.

Te veo lejos, distante y duele. Y sé que la culpa es en parte mía. Y eso duele aún más.

Pero también te veo, y no dejo de sonreír al observar tus ojos, tus labios, tu sonrisa y cada mínimo detalle de tu rostro.

Muero de ganas de gritarte cuanto te deseo, cuanto te necesito, cuanto te extraño. Cuanto añoro los días en que podía escucharte seguido en que un "quiero hablarte" siempre terminaba en una llamada y no solo en un frío "buenas noches".

Y duele. Duele sentir que quizás me estoy equivocando en seguir insistiendo. Que quizás todo lo que estoy intentando preparar para ti, solo será un gasto inútil. Que cada sueño y esperanza que he puesto en el futuro, mientras intento lo que esta en mis manos ahora, en especial enfrentarme a mi mismo y mis propios temores, quedarán en un recuerdo, en una vana ilusión.

Te miro. Y veo todo lo que siempre vi. Una mujer hermosa. Una persona maravillosa. A quien veo como la mujer de mi vida. Como la madre de mis hijos, como mi compañera de vida, como mi pilar y motivo de alegrías. Y observo muchas cosas que no fueron sanas antes, que ahora no estan y todo eso me hace soñar con que las cosas podrían resultar.

Pero esa distancia persiste. Y no veo como romperla. Y mientras menos veo como reducirla, más errores siento que cometo. Porque el miedo sigue ahí. Porque al final, soy humano. Y por más que quiera enfrentar y superar todos mis temores, no puedo ser fuerte todo el tiempo. No todo el tiempo.