Segunda Oportunidad

Una lágrima se deslizó por el rostro del gorrión.

Las alas rotas y sin poder alzar el vuelo. Mirar a sus compañeros y sentirse impotente. Ese traicionero pensamiento que dice "yo también debería estar ahí" se le cruzó por la mente, y una fuerte punzada le hirió el corazón. Se sintió solitario, distante, alejado en demasía de lo que en algún momento fue su mundo.

"Deseo estar allá con ellos, sentir la brisa en el rostro y flotar en el aire. Poder emprender mi rumbo a cualquier lugar que desee y escapar a través de las nubes cuando lo necesite". Una gota de melancolía afloró en ese momento.

Una segunda lágrima se deslizó por su rostro. Miró al suelo alejando su mirada de aquellos cielos a los que tanto deseaba regresar. La gota descendió por su pico, osciló suavemente en la punta de el y cayó al suelo, salpicándole las patas ligeramente. Dio un suspiro que no parecía tal.

* * * * *

Sintió que alguien se acercaba e intentó huir. Sus cortos saltos no eran suficientes y por más que trataba de alejarse, no le resultaba. En un esfuerzo inútil, probó a agitar sus alas, pero no le respondieron. Sabía que no iban a responder. Se sintió aún más impotente de lo que se había sentido mirando a sus congéneres, y cuando las manos de aquel individuo le atraparon, creyó que todo había acabado. Su memoria trajo recuerdos de muchos instantes pero no las pudo siquiera ordenar ni entender en su totalidad. Estaba mareado y la cabeza le dolía fuertemente, probablemente debido al estrés que sentía. Se terminó por desmayar.

Cuando recuperó la conciencia, sentía el cuerpo extraño, y le costó recuperar la percepción del mundo. Recordaba haberse sentido así en algún momento en el pasado, pero no lo recordaba con exactitud. Se preocupó de reponerse. Cuando intentó ponerse en pie, por inercia trató de extender sus alas, a pesar de que sabía que no podría, pero las sintió extrañas. Algo las rodeaba. En eso sintió un aroma a comida y recordó que llevaba días sin comer bien. Esto de no poder volar le había estado pasando la cuenta. El hambre se dejo sentir con toda su fuerza y, olvidando sus alas, se dirigió a la comida.

Pasaron las semanas y comenzaba a sentirse mejor. El hambre había pasado, y había aprendido que esos seres enormes no eran tan malos como creía. "Por lo menos no todos" -fue la frase que rápidamente llegó a su cabeza al recordar como fue que se estropearon sus alas. Intentó agitarlas con la esperanza de que hubieran mejorado milagrosamente, mas no pudo. Seguían rodeadas de aquel extraño elemento.

* * * * *

Se sentía somnoliento. A pesar de eso, era bastante consciente de que lo estaban llevando a algún lugar nuevo. Escuchaba muchos sonidos desconocidos, y eso le asustaba. "No me harán nada" -pensaba. "Si hubieran querido matarme, lo habrían podido hacer mucho antes, ellos no son así" - se decía intentando calmarse. Pero los recuerdos de toda una vida no pueden cambiar tan rápido.

Cuando comenzó a recuperar la conciencia a un nivel mayor, intentó pararse pero constantemente tropezaba solo. Sabía que todavía no podía hacerlo, pero estaba temeroso. Eso le hacía desear arrancar lo más pronto posible. El lugar era boscoso, pero que tenía un cierto nivel de familiaridad. Unos minutos después, ya se mantenía en pie sin problemas y miraba hacia todos lados. Sabía que había alguien más pero no era capaz de verle. Comenzó a avanzar sintiendo una extraña sensación de libertad. Sus alas se encontraban libres, pero no sabía si le responderían. No tenía tanta fe la verdad.

Una piedra cayó a poca distancia de donde se encontraba y, entre el miedo, el instinto y la falta de memoria, extendió sus alas y las agitó para alejarse.

La sensación de sorpresa y felicidad que le embargaba, era enorme. Había estado a punto de precipitarse al suelo cuando sintió que se elevaba, por la sorpresa al notar que sus alas actuaban tal como siempre había sido. Estaba desbordando alegría y debido a ello, se elevó solo para sentir el viento en el rostro, la libertad de su vuelo, la suave presión del aire en sus alas, que le permitía danzar por sobre las nubes.

Una lágrima rodó una vez más por su rostro. Ya no era la tristeza y la impotencia quienes la motivaban.

Había vuelto a vivir aquello para lo que había nacido. Había pasado tiempo desde la última vez que había surcado los cielos. "Esto es mi vida" -pensó.

Imagen extraída de aquí


En tierra, las personas miraban con binoculares al pequeño gorrión que se revolcaba por sobre sus cabezas, en una danza de victoria. Se encontraban eufóricos y motivados.

Mientras se retiraban, una voz se escucho que decía: "Uno más que hemos salvado, pero no será el último que debamos cuidar". A pesar de la alegría del momento, todos sabían que faltaba mucho que hacer por delante.

Nuevos Momentos

No se necesitaba nada, ¡en serio! Sólo hacía falta un leve indicio. Un pequeño acto de complicidad consensuada. ¿Porqué nunca existió? ¡No!, no te pido respuesta ni explicación, que como dicen "las explicaciones agravan la falta". Se trata de otra cosa. Es simplemente un intento desesperado por entender. ¿Dónde fallé?, ¿dónde nos equivocamos?.

El tiempo pasa con su velocidad anacrónica, y deja en su camino el sin sentido de una vida sin tu compañía. Sin la presencia de aquellas pequeñas luces que en algún momento iluminaron nuestro futuro en una perfecta sinfonía de vidas. ¿Te has detenido a pensar en cuanto los necesito? ¿En algún momento se te pasó por la cabeza que quizás los deseaba para siempre conmigo, disfrutando sus peleas infantiles o sus comentarios inocentes, sus juegos sin sentido?

No lo niego. Extraño demasiadas cosas. Tus manos al acariciarme. Tus labios al recorrer mi cuerpo. Tu voz al hablar y reír. Tus ideas alocadas - y aquellos actos aún más desvariados -. Incluso aquellos recuerdos de cuando por primera vez nos vimos.

Mas el tiempo no se detiene y ya todo cambió. Tú, yo y todo a nuestro alrededor. ¡Es cierto! quizás cuando todo empezó, mis acciones eran distintas, pero ahora ya no me meto en una relación de dos.


pd: No sé cuanto de esto tiene de realidad y de ficción. Creo que es sólo una mezcla homogénea. Cada quien saque sus propias conclusiones sobre su vida~ que para eso es que escribo....

Paraíso

- ¿Recuerdas esa vista?

- ¡Claro!, pero ya hace mucho que no la observaba una vez más. Es hermosa, pero el tiempo la ha distorsionado y no es ni la mitad de lo que en mi recuerdo permanece.

- Eso es normal, no te preocupes.

- ¿Porqué lo dices?

- Al final, en la vida solo mantenemos en la memoria las cosas bellas, porque nos dan la fuerza para superar lo malo. Este lugar con su vista maravillosa, se mantiene en la retina de tu mente y tu corazón, como un grato recuerdo...

- Deja de hablar así. Sabes que me molesta cuando te pones tan técnica.

- Jaja, lo siento. Se me había olvidado eso.

- Está bien. Ven y dejame abrazarte. Y mientras observamos las maravillas de este lugar, permiteme perderme en tus abrazos y besos, y hacer de este momento, un precioso recuerdo para el futuro.

- No pierdes ocasión, ¿eh? - mientras le sonreía pícaramente

- No es que te moleste tampoco.

Los abrazos comenzaron a entremezclarse con el vaivén de los cuerpos, mientras la noche dejaba ver una luna llena coronada de un majestuoso halo plateado.

Direcciones

-Sí, el viaje ha sido largo, ¿eh? -la voz sonaba extraña, hasta cavernosa.

El recién llegado solo le miraba sin decir palabra. Giró su cabeza de un lado a otro. El lugar era enorme. Pasillos de gran longitud se extendían en muchas direcciones. Y en cada espacio posible había una puerta. Su cara mostró perplejidad.

-Lo notó, parece -el dueño de la voz hablaba con naturalidad, siguiendo la mirada del recién llegado e interpretando sus pensamientos-, el lugar está lleno de puertas pero no son puertas cualquiera. Cada una de ellas lleva a caminos distintos. Incluso usted llegó por una de ellas, ¿no lo recuerda?

El interpelado le miró con una vaga extrañeza. Algo parecía recordar pero no estaba seguro y prefirió guardar silencio.

-¡Tranquilo, hombre! es natural que no recuerde nada, total usted es solo una imagen de la realidad. Una mera ilusión de las cosas, una interpretación arbitraria. De hecho, ni siquiera tiene voz -una ligera sonrisa se dibujo en el rostro de quien hablaba-. Es más, yo mismo no soy real. Estamos... allá afuera -sus brazos se movieron juntos por sobre su cabeza y se separaron en ambas direcciones, como intentando mostrar que todo era afuera- en estos momentos. Pero creo que eso no tiene importancia que se lo explique, ¿no?.

El recién llegado solo le miró unos instantes y luego intentó dar un paso hacia adelante, pero fue detenido por aquel extraño individuo.

-No se apresure. Tenemos un tiempo aún. ¿Sabe a donde llevan estas puertas?. No claro que no. No deseaba incomodarlo. Mire, le explicaré. Cada una de ellas, se encuentra cerrada con llave. No hay dos que abran con la misma llave, claramente. Pueden haber algunas muy similares, pero no serán jamás iguales. Cada una de las puertas lleva en un camino distinto, sin lugar a dudas, pero desconozco a donde llevan realmente. No es mi función saberlo tampoco. Yo solo soy... un guía. No ponga esa cara, sé lo que está pensando. No hay ningún lugar en donde sacar la llave, bueno... -titubeó un poco como tratando de medir sus palabras- por lo menos no acá. Cada persona tiene la suya propia, que lo llevará al camino indicado. Incluso sabrá de inmediato en que puerta buscar. De hecho, debería revisarse los bolsillos. En alguno de ellos se debería encontrar en estos momentos su llave. Y no me mire con esa cara tan extraña, solo hágame caso.

El individuo se registró todos los bolsillos, y al revisar uno de los que llevaba en su chaqueta, sacó una llave. Era extraña. Con incrustaciones y dientes que no eran nada usuales de ver. Miró la llave, le gustó. Dio algunos pasos buscando la puerta, la cual, a pesar de que no conocía, tenía la sospecha que identificaría al verla. El otro, quien había estado dando todo este monólogo, seguía parloteando algunas cosas sin sentido, aunque el tipo no le escuchaba. Al llegar frente a una de las tantas puertas que habían, metió la llave en la cerradura y la puerta abrió sin problema. Entró y la cerró tras de si. Se escuchó el ruido de un cerrojo cerrándose.

La mirada de, a falta de una mejor palabra, el guía, pasó de una alegre a una un poco más melancólica. Observó una puerta perdida en la distancia, de apariencia algo antigua, mohosa, oxidada y descolorida. Se estremeció ligeramente, y volvió la vista al tiempo que una puerta se abría y dejaba ver a una chica. Su mirada cambió nuevamente y se mostró alegre y cálida. "Vamos nuevamente", pensó. Y se dirigió a ella para indicarle que debía hacer en aquel lugar.

Y una vez más, la llave no abrió aquella puerta mohosa, oxidada y descolorida.