Razones

Comencé a escribir, más que nada por necesidad. Sentía que tenía que eliminar muchas cosas de mi interior, para poder seguir avanzando, y esa fue la forma en que pude liberar todo eso.

Pero nada permanece estático en el tiempo.

Ahora escribo, porque detesto dedicar cosas que otros escribieron. Quiero ser capaz de expresar todo lo q pienso/siento en base a mis propias ideas y sentir. Porque realmente me cuesta encontrar un mensaje que otro haya escrito, que me represente a mi.

28 de Septiembre de 2014

Orgullo

Era la mujer más hermosa que hombre alguno hubiera conocido. No por su figura, ni por sus curvas, por el tamaño de su busto o el ancho de sus caderas. Había algo que tan solo su sonrisa expresaba, que su mirada mostraba, que sus palabras construían.

Y no era para menos, el saber que esa mujer, además de todo, era madre. Mal que mal, la verdadera belleza se mide en consecuencia, en actos y responsabilidades. Y por todo eso, ella la mejor.

10 de Agosto de 2014

Placeres

¿Recuerdas aquellos momentos etéreos, donde tan solo podíamos sentir nuestros cuerpos estrechándose en una sinfonía de caricias, besos y jadeos? Cuando recibías, con tu corazón abierto, mi cuerpo subyugado a ti. Cuando en tu seno albergaba todos aquellos fragmentos de amor incondicional, con tus labios erizando cada bello de mi piel. Con mis manos plasmando a cada curva, a cada recoveco tuyo, la pasión que nos fundía en un único cuerpo.


7 de Marzo de 2015

Autodedicado

Vuelve la vista atrás y mira y analiza tu pasado. Aprende de él.

Gira y vislumbra tus sueños. Todo tu futuro. Interiorízate con cada uno de ellos. Persíguelos sin descanso.

Regresa a tu presente. Y vive cada instante al máximo. Aplicando tu pasado, para abrazar tu futuro.

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29 de septiembre de 2014

Secretos

—¿Porqué miras de esa manera?

—Por que me atraes, por que amo tu manera de expresarte, de mirar, de sentir. Por que me desvelo cada día que pasa, en el deseo de compartir mis momentos contigo, de ser el motivo de tus alegrías y felicidades. —pensó.

—Nada, debe ser el cansancio —fue lo único que sus labios se atrevieron a pronunciar.




21 de octubre de 2014

Silencios

No deberías haber venido atinó a decir, sin siquiera haberle dirigido la mirada aún.

Hace tiempo perdiste todo derecho a decirme que hacer, por si se te olvidó contesto con un dejo de molestia en su voz. Hacia unos meses que no se veían y aun así, le hastiaba su manía de decirle qué hacer.

Un silencio incómodo se situó entre ellos. Los minutos pasaron lentamente, mientras cada uno seguía en lo suyo, ensimismados, pensando que decir, teniendo decir alguna estupidez. La lluvia no se había detenido aún y los 4 días que llevaba resultaban tristes a los ojos de ambos. Más cuando no paraban de extrañar los lugares soleados.

Entonces... dudó un instante, pero continuó ¿qué te trae por acá? le vio de reojo, esperando que no lo hubiera notado.

Afuera, el viento soplaba con fuerza y hacia que las gotas chocarán con el ventanal. El televisor no dejaba de sonar, en un sordo susurro, y de mostrar los efectos de esa lluvia infatigable, mientras ambos lo observaban sin ver.

¿Entonces? le apremió. Al menos logró disimular su impaciencia.

Volvió a mirarlo ahí, sentado con la mirada fija en el televisor. Los recuerdos se le apretaban en su memoria y una rabia muda y contenida se le apareció en sus ojos. No había cambiado nada.

Déjalo murmuró, entre molesta y desganada.

Dio media vuelta y comenzó a caminar. Abrió la puerta y dio un paso hacia afuera, pero se detuvo. Volvió la vista atrás para verlo por última vez.

Creí que eras mejor... pero me equivoque y salió.

Una lágrima solitaria rodó por el rostro de él. Una lágrima que desapareció rápidamente, para luego seguir observando, casi impasible, los efectos del temporal.

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Avanza

¿Qué esperas? ¿Un milagro, o acaso tu destino? ¿Qué esperas de fijar tu mirada absorta en lontananza? La vida no esperará a que te decidas a vivirla, así como no perdona a quienes se encuentran en mal lugar, en mal momento. ¿Te sentarás a observarla pasar o empezarás a tomar la iniciativa?

Búscala, con ansias y entusiasmo, porque ella no hará lo mismo contigo. Nadie te esperará a que encuentres la condición o el instante indicado. No lo esperes. Créalo.

De maniquíes, el mundo lleno está. No te quedes de pie como un monigote y enfrenta lo que viene yendo siempre hacia delante. Lucha, crea, inventa y en el proceso sufre, ríe y goza. No esperes siempre conseguir tu meta, más no olvides disfrutar el camino. El eterno placer no se encuentra al final, sino en el proceso.

Viajes

El día amanecía con un sol tímido, cual jovenes amantes que recién comienzan a conocerse en su desnudez, en parte por unas pocas nubes que lo cubrían; en parte por el aire contaminado que en aquel lugar había.

El canto de un ave perdida, quién sabe donde, era el único sonido que se podía escuchar. Tan solo el ruido de la ciudad inundaba todo el ambiente, llenandolo al completo, reclamando para si, todo lo que allí crecía.

Los rostros agotados, tristes y estresados, llenaban una ciudad cargada de malas decisiones, de autoridades desconectadas con la sociedad, de viajes excesivos.

Y en aquel caos, un alma brillante, alegre y colorida, desprovista de todo desánimo, iluminaba su rostro de una sonrisa radiente, sincera y acojedora. Un alma inocente, cuya sonrisa solo aquellos que veian, no podían evitar replicar. Por que hasta en el caos de una ciudad gris, nadie se puede resistir a la sonrisa de un bebé.

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Demostraciones

Su corazón vacio y casi sin vida, en ese momento, era incapaz de pronunciar las palabras que le exigían. No importaba cómo, se sentía incapáz de expresar esas palabras, de materializarlas, de invocar su existencia nuevamente.

Solo pudo mostrar una mirada melancólica por un "yo" que sentía había perdido. En parte se odiaba, pero sabía que no podía hacer nada para cambiar su sentir. Habría tenido que forzar algo que no quería. Y sabía que, a la larga, sería peor. "Un 'te quiero' no siempre es necesario", creyó escuchar, en el recuerdo de un pasado, o quizás en un susurro del aire.

Fue en ese momento, cuando supo que tenía que hacer. Y su mundo, se llenó de flores de distintos tipos, tamaños y colores, todos nacidos de su esfuerzo, todos nacidos de su querer.

La vez siguiente, cuando lo volvieron a interrogar, su mirada era radiante y de una alegría sin igual. Y a pesar de que tampoco fue capaz de enunciar aquello que anhelaba decir, todo lo que había en él se expresó en todas aquellas flores que entregó, de incluso mejor manera, que si hubiera sido pronunciado por su propia voz.

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Cambios

Los años no habían transcurrido en vano.

Sin duda, las cosas ya no eran lo mismo que en aquel entonces y eso, en parte, le dolía más que nada en la vida. "Las cosas deberían mantenerse iguales, siempre", solía pensar aunque en el fondo sabía que era una estupidez. Pero no podía soportar que las cosas cambiaran tanto, menos cuando eran solo de un día para el otro.

Pero aquella tarde no era como las otras y aún cuando no le hacía sentir demasiado cómodo, se sentía esperanzado. Mientras miraba aquel ocaso naranja, no hacía más que rememorar sus últimos sesenta años de vida así como a la persona que había compartido su vida durante la mayoría de ellos y que, hacía algunas semanas, le había abandonado. "Ya iré a por ti", se encontró pensando, "pero me tomaré mi tiempo y disfrutaré todo lo que me quede, en tu memoria". En ese momento, apareció la primera sonrisa, amarga aún, pero sonrisa al fin, desde aquel fatídico día.

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Un instante de gloria

Se sentía idiota. Hasta estúpida. Ahí, tendida en su cama, desnuda y con sus piernas abiertas, al tiempo que dirigía sus manos, tímidamente, a su intimidad. No sé por qué estoy haciendo esto, era lo único que lograba pensar en ese momento. Incluso cuando sintió la piel de su pubis o sus labios en sus dedos, no paraba de decirse, casi como un mantra, que ella no quería hacer aquello.

Pero vaya si sabía el por qué.

Había transcurrido algún tiempo desde que terminara con su último novio, y no se sentía capaz de hacer el amor (¿o tener sexo?) con cualquiera. Habían pasado algunos años desde que naciera su primer hijo, bastante tiempo más desde que tuviera su primera vez, y no era de las que evitaban tener relaciones con sus parejas sino más bien lo exigía como una necesidad básica, casi como respirar o comer. Mucho tiempo más, desde que comenzara a notar como los ojos de sus pares se desviaban al verla pasar. Se sabía era atractiva y femenina, aunque no solía aprovecharse de eso.

El sexo se disfruta en pareja, no necesito obtener placer sola, gritaba su mente, mientras movia sus dedos, lenta y pausadamente, como temerosa a lo que pudiera ocurrir.

Cuando aprendió lo que era el sexo, hacía tiempo que ya le resultaban atractivos los hombres y que deseaba realizar lo que la curiosidad, su madre, las amigas y el internet le habían ido informando. Y aquella primera vez, había resultado mucho mejor que lo que cualquiera le hubiera podido contar. Una parte de ella cambió, más allá de su físico. Había encontrado una nueva necesidad, además de la comida. Una que, además, resultaba fascinante.

El instinto le llevó a cerrar los ojos, cuando un primer relampago de placer, le recorrió el cuerpo entero y le enmudeció la voz, una voz que no paraba de expresar, quedamente para no alertar a nadie, la dicha que sentía. Sus dedos no paraban de moverse. Estaba en la gloria y en su interior podía presentir que había algo más un poco más allá, algo que nunca había sentido, algo que ansiaba alcanzar incluso sin saber que sería.

Había leído muchas veces sobre algo que la gente denominaba "masturbación", pero siempre como algo lejano, ajeno, sin sentido. ¿Para qué quiero disfrutar sola si puedo hacerlo con alguien más? Para ella, eso no tenía lógica y no podía comprender a la gente que lo hacía.

Arriba y abajo, presionando y soltando, con rapidez o lentitud. Era la primera vez que pasaba aquel umbral de placer y se adentraba a un estado cercano al éxtasis.

Pero las conversaciones con sus amistades le iban generando curiosidad. Y la curiosidad, en ella, era peligrosa. No por nada su primera vez solo había sido un acto de curiosidad.

Quería gritar. Quería liberar su voz y expresar así su infinito placer. Pero el mismo placer la enmudecía... y cada vez estaba más cerca...

Aquel día, llevaba varios meses soltera, sin relaciones y una necesidad insatisfecha. Aquel día, una conversación había sido la causante de que sus ideas, ya definidas hace tiempo, fueran puestas a prueba. Aquel día, la curiosidad había dado paso a un "¿y por qué no intentarlo al menos una vez?".

Y en ese momento, perdió la noción de todo. Del tiempo, del lugar, de sus reparos, de sus ideas preconcebidas. Todo era placer. Un placer que jamás nadie le había hecho sentir. Uno que le recorría cada milímetro de su anatomía. Una que le había hecho humedecer sus dedos, su entrepierna y su cama. Una sensación que se le metíó profundo, hasta la médula, y a la que sabía se haría adicta. Sentía que recién había comenzado a descubrir el sexo de verdad, y en parte, tenía razón.

En ese instante, había vuelto a nacer.

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Imagen obtenida de acá

Viajes de retorno

Si tú no estás (Los Jaivas)


Si tú no estás como podré olvidar 
la vida aún amándola tanto 
no la siento igual, 
no la siento igual.

Jamás sabré lo que el amor nos puede dar 
mi vida estando junto a tí me hace olvidar, 
me hace creer estar siempre felíz.

Si tú no estás como podré olvidar 
la vida aún amándola tanto 
no la siento igual.

Jamás sabré lo que el amor nos puede dar 
mi vida estando junto a tí me hace olvidar, 
me hace creer estar siempre felíz. 
Me hace creer

Ser felíz 
Creo ser felíz. 
Ser felíz. 
Creo ser felíz.

Si tú no estás como podré olvidar 
la vida aún amándola tanto 
no la siento igual, 
no la siento igual.

Siempre, 
siempre felíz está, 
siempre, siempre me hace creer 
estar siempre felíz


* * * * * * *

Dejar el reproductor avanzar, al azar,
por los recuerdos de aquellos sonidos del pasado que reberberan
una y otra vez, en tu memoria, en tus memorias;
alternando con suficiencia melancólicas y alegres melodías.

II: Réquiem de un Adiós

Continuación de "I - El bar de los recuerdos" (que pueden ver aquí)
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Había sido inconsciente, ¿no?

Al menos, no recuerdo haber decidido tomar este camino. No, desde hace casi veinte años.

¿Será solo por estar terminando este mes o será, acaso, por ver a la gente feliz aprovechando las festividades? No lo sé.

Pero ahí estoy yo, caminando pausadamente, dirigiéndome sin ningún rumbo fijo, hacía aquellos lugares significativos de mi pasado, a esos momentos de mi memoria que marcaron un antes y un después a mi modo de actuar, de ser, de pensar.

Cada paso resuena interminablemente en mi cabeza, trayendo al presente, un pasado ya perdido en las nieblas del ayer, donde todas esas actitudes, personas, lugares; no son más que un vago recuerdo de todo lo que alguna vez viví.

Podría decir que aprendí y crecí. Quizás sea cierto. Y quizás el venir acá, tras tantos años, sea una manera de mi subconsciente de decir "fin".

¿Cuánto me tomó el superarlo? ¿El asumir que ya nada de lo que hubo, de lo prometido, de lo que realmente se demostró, fue real? ¿O mejor dicho, cierto?

Ahora, cuando pienso en ese entonces, siento que ese fue el antes y después de mi verdadera madurez, de aquel instante en que dejas de ver y sentir como niño o adolescente y pasas a valorar las cosas, a pensar y sentir como un adulto. O bien, puede que eso no exista en realidad y simplemente deseche una parte que para ese entonces, solo resultaba en un remanente antinatural de mi mismo.

* * * * * *

Me resulta inevitable volver a sentarme en el mismo taburete y volver a pedir la misma copa que hace años. ¿Diez?, ¿Quince? No lo logro precisar.

El barman ya no es el mismo que en aquel entonces. Aquel que me vio en mis peores momentos. Aquel amigo jamás nombrado ni agradecido que me brindó sus tragos y horas para saciar mis penas. Una parte de mi lo rememora con afecto, pero prefiero no saber que fue de él. Algo me dice que ya no sigue acá.

Incluso los rostros de la clientela son distintos. Los años no pasan en vano.

* * * * * *

Siento el móvil vibrar, y sin ver quien llama, contesto.

—¿Te falta mucho para llegar, papá? —me pregunta una voz infantil que reconozco de inmediato. Mi hija.

—No cariño, en unos veinte minutos estoy ahí.

—¡Ya! —exclama entusiasmada— Te amo papi.

Y corta sin esperar respuesta. Mis ojos se quedan mirando el equipo unos momentos, pensando en si habría tenido una niña tan hermosa si las cosas hubieran sido como en aquellos años, pero desecho esa idea y guardo el móvil.

Enderezo el cuerpo de la baranda, en donde estaba apoyado, y miro a lo lejos, en dirección al mar, casi sin ver el agua turbia que circula bajo mis pies, en el cause de aquel ancho río. Recuerdo un enojo, un impulso y un brazo que se mueve. "Era lo que tenía que pasar, eras quien tenía que hacerme madurar", alcanzo a pensar antes de empezar a recorrer el camino de vuelta a casa. Había quién me esperaba con ansias, y no podía hacerla defraudar.


(Fuente imagen: aquí)

Carácteres al viento

Puede la vida dar muchas vueltas. Enseñarnos a costa de caídas y heridas, lo complejo que puede ser enfrentar el día a día. Y está en uno el saber enfrentarlo, y superarlo.

A veces, podemos sentirnos solos en ese proceso. Y otras, con compañías eternas que se vuelven el soporte fundamental para todo lo que ha de venir.

Incluso en los momentos en que las cosas puedan ser infinitamente complejas, generalmente la respuesta es antagónicamente simple (no por ello, ha de ser sencillo de realizar). E incluso en esa sencillez, las maravillas están a la vuelta de la esquina.

Perdemos (¿o bloqueamos?) la capacidad de asombro a medida que crecemos. Bloqueamos lo nuevo y lo adaptamos a lo que ya conocemos. Y cuando la vida nos enfrenta nuevamente a situaciones límite, es cuando nos damos cuenta de que vale la pena vivir. Solo por el placer de disfrutar las cosas pequeñas.

La vida en si misma es compleja y tendemos a infravalorarla en el común de los días. A menos que dicha vida nos afecte directamente.

Cuando los días se llenan de acciones, risas, abrazos, llantos o infinidad de actos externos (cada día más elaborados que el anterior), es cuando en realidad sabemos que tenemos algo que hacer en la vida, en que esta cobra algún tipo de sentido, más allá de los deseos personales. Es cuando incluso los más malos de los ratos, tienen su propio nivel de alegrías y aprendizajes.

Y es en ese instante en que dices: "Gracias por llegar a mi vida. Por enseñarme a ver que incluso lo pequeño, puede ser grande"

Cuando una palabra cambia tu vida

La historia tiende a repetirse, así como los errores. A veces creemos haber avanzado, cuando en realidad no nos damos cuenta que el paisaje que recorremos es el mismo, en su monotonía, en sus vistas, en sus piedras. A veces queremos creer que lo que vemos y escuchamos no es como lo vemos o escuchamos. ¿Para qué sirve mentirse a uno mismo? ¿Para qué tratar de forzar algo que nunca fue, que nunca ocurrió?

Crecer y seguir adelante es la medida. Es la forma. Es la manera en que aprendí a fortalecerme.

Atrás quedan todos aquellos momentos, personas o lugares que ya no tienen relación conmigo. Sea quien sea. Sea lo que sea. Las ataduras tan solo son una expresión de nuestra mente. Sin relación con lo que nos rodea. Pero a veces, la mente es más fuerte que todo lo que creemos ser.

Hoy aprendí. Tan solo una frase. LA frase. Sí, con mayúsculas. Podría haber sido cualquiera, pero resultó ser esa. Una frase que puede resultar una nimiedad para cualquiera. Una mera burla para otro. Lamentablemente, de nimiedades está construido el mundo. De detalles. Pequeños e infames.

Detalles. Siempre detalles.

Una y otra vez.

Tu perfume

¡Era su aroma!

Su perfume acababa de rondarme, envolviendo mi cuerpo en el recuerdo de él. En su forma de mirarme, de acariciar mi mejilla, de tomar mi pelo y colocarlo tras mi oreja, de desearme, de provocarme.

Esto no era nada que yo deseara realizar. Sólo fue una reacción instintiva. Tan instintiva como el apretar las piernas al sentir su aroma, su olor a hombre que tanto me volvía loca. Tampoco fue mi culpa observar, en aquel momento, como los pezones de la imagen que estaba en un espejo frente a mi se marcaran tan notoriamente, a pesar del sujetador que utilizaba.

También fue instinto el tratar de sentir aquel olor una vez más, sin éxito. Aún cuando no era necesario, ya que se había quedado en mi memoria, en las reacciones de nerviosismo que me embargaron, en el cierre de piernas, en el sentir como subía la temperatura de mi cuerpo.

Pero se me acababa el tiempo. Si pasaba mucho más ahí, se volvería raro. Y no quería que mis compañeros de trabajo me vieran así. Sensual, atractiva, deseosa.

En ese momento, sentí que algo había cambiado. Algo en mi, me llevó a pintarme los labios y soltarme aquel cabello largo y semi ondulado que tanto me alababan, aquel que nunca dejaba de convencerme.

Simplemente salí.

Aquel día, noté como todos me observaban distinto. Lo sentía en mi piel, quizás más sensible, más erotizada a raíz del instante en que me llegó su recuerdo, más sensual y atractiva. Me observaban como si fuera una Venus. Compañeros y jefes. Pero nadie dijo ni hizo nada.


—Te ves algo distinta, ¿será tu cabello?— pronunció una voz extrañamente familiar, tras haber terminado mi día laboral, ya en la calle, camino a casa.


Al darme vuelta, lo ví. Era él. Coincidencia, quizás, aúnque no dejaba de sorprenderme la situación. Hacía un tiempo que no sabía nada de él.

—Tonto— murmuré por tu acotación. Sabía que me leías bien. Se notaba en la forma en tus ojos me observaban—. Solo me estuve acordando de ti durante el día— le comenté, al tiempo que mi cuerpo volvía a reaccionar, al ir acercandome para besar su mejilla, para saludarlo.

—¿En serio?— mencionó, mientras una de sus manos se dirigía a aquellos puntos que tan bien conocías.

—Y te aprovechas de eso...— casi en un susurro. Sus manos, aquellas manos gruesas, firmes, asperas, fuertes; me habían removido aquella fibra sensible de mi cuerpo. Y una demasiado sensible.

Tu sonrisa fue evidente.

—Te acepto un trago, sabes cuál me gusta— le alcancé a decir, antes de que dijeras nada. Solo bastó tu mano dirigiendome al local, tu sonrisa pícara que me encantaba y aquella conversación cuasi superflua que era la antesala de un placer inexplicable.

Al menos esa noche, no la pasaría sola.

Aprendizaje


—Puedes esperar y creer todo lo que te dijeron de mi, como si lo hubieras vivido. Y aún así, no buscaré que pienses lo contrario ni menos buscaré hacerte cambiar de opinión, ¿de qué vale intentarlo si vives con una imagen que nunca conociste? No, no es responsabilidad mía lo que tu creas.

El sonido de los vehículos avanzando era lo único que rompía aquel silencio entre los dos. Uno despreocupado por la situación. El otro, molesto con las palabras recién mencionadas. Sin olvidar todo lo que le habían contado.

—¿Es eso todo lo que tienes para decir? respondió con un dejo de frío y distante en su voz.

—¿Esperabas algo más? ¿Quizás un "por favor no te alejes"? No, no es tanta mi ingenuidad. Una vez ya fue suficiente, aún cuando no haya sido contigo. Una amistad, un afecto que se ruega, no tienen ningún valor. Cree lo que quieras. Mi vida seguirá. Con o sin ti —Y sonrió. Con una sonrisa cálida, cariñosa, sincera. Como si con su rostro intentara mostrar el craso error que el otro estaba por cometer—. Hasta nunca —fueron sus últimas palabras.

El dolor aún estaba ahí, pero pasaría. Como todo en la vida. La fortaleza no es algo que se gana viviendo una vida sencilla, al contrario. Mientras sus pasos le dirigían a cualquier lugar (no importaba donde, solo lejos de ahí), no dejó de notar como los vehículos seguían avanzando, indiferentes a lo que sucedía a su alrededor. Quizás debería aprender a ser así, pensó, aunque rápidamente se retractó. Parte de quien era, había sido forjado por todas esas caídas. Y había crecido con cada una de ellas. No podía ser tan malo entonces.