I : El bar de los recuerdos

Te conocí de la misma forma que suelo conocer a la gente importante que entra en mi vida. Algunos le llaman "casualidad".

Pero a diferencia de todos ellos, esto fue corto y largo a la vez. Tan dulce como amargo. Tan grato como desagradable. Una dualidad que no dejó nunca de vivirse, experimentarse e integrarse en tu persona. En nuestra interacción.

Y así como llegaste, desapareciste.
Dejando tu aroma, tus voces. Como también nuestros momentos, nuestros recuerdos.
Casi como esperando que todo aquello fuera olvidado, eliminado, de un día para otro; cual papel que, tras ser arrugado, es arrojado al tacho de la basura.

Te informo que no fue así.

Incluso ahora, pasados 13 años, mantengo en aquel cajón, las cartas que me enviaste, los recuerdos de tu persona, el aroma de tu piel, el sabor de tus besos, la calidez de tu piel.

Soy un iluso, no lo niego.

Iluso porque, después de 13 años, aún deseo que regreses y escucharte decir "llegué", como tantas otras veces antes.
Iluso porque, incluso habiendo rearmado mi vida tras tu partida, nunca te dignaste a salir de mi ser.
Iluso porque, incluso ahora, lloro al recordar todo lo que me dijiste en su momento con la esperanza de que siga siendo verdad.

Pero incluso así, no puedo evitar pensar que te fuiste con otro. Que los hijos que de seguro ahora tienes, y antes nunca deseaste tener, son los hijos de otro. Que tus besos y caricias ya no me pertenecen.

Y tras ello, regreso a este estado de pseudo-lucidez que logré armar dentro del desastre que me supuso tu partida.

Porque con ella, no fuiste capaz de dejar todo atrás.

Te llevaste mis sueños y fantasías.
Metas y objetivos.
Incluso mi sonrisa y mi ánimo partieron junto a ti.


Miro al barman y con una seña, le indico que llene la copa otra vez. Whisky. En tu memoria. Siempre te gustó. Yo lo comencé a tomar una vez que te fuiste. Le agarre el gusto, no sé porqué. El hombre me conoce y sabe como prepararlo. Una vez servido, me lo llevo a la boca y tomo un nuevo primer sorbo lento y largo. Está como me gusta. No por nada el hombre lleva viéndome todos los sábados de los últimos 13 años. Tengo un problema con esos días. Quizás tenga que ver con que tu partida ocurrió un día de aquellos.

El barman me vuelve a dejar solo. Sabe que aún me faltan por tomar dos copas más. Siempre eran cuatro, ¿no? Todavía recordamos la primera vez que me aparecí en el bar. Acababas de irte y yo había entrado mudo, casi en estado de shock. Tras muchas preguntas de todos, y mi insistencia en mantener silencio, me dejaron tranquilo y yo me terminé de dirigir a la barra. El barman me miró, y yo con una seña, le indique que me sirviera una copa. La única palabra que salió de mi boca esa noche fue "whisky". Lo siguiente que salió fue el vomito por culpa de la falta de costumbre. Afortunadamente aguanté hasta tomarme el último. Mucho más no recuerdo de esa noche. Ni de varias otras que le siguieron.

Deposito la copa en la barra y, tomándola con las dos manos, me quedo observando su contenido. La puerta del local se abre nuevamente y entra una mujer seguida de atrás por su marido. Muchas veces me imagine que llegabas al bar, como en aquellas películas que te encantaban, preguntando por mi. Sueños infantiles.

*****

El hombre volvió a tomar la copa y continuó hasta apurar la última. Se le notaba retraído, pensativo. Casi parecía que, al mundo en general, no le daba ninguna importancia. Tras una breve conversación con el barman, se levantó y salió del bar

Fuente Imagen: Aquí

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