Mensajes inesperados

Tú eres todo lo que siempre desee encontrar. Cariñosa, tierna, irónica, sarcástica, inteligente. En parte, comencé a dedicar mi tiempo a saber más de ti. No porque fuera a ganar algo ni mucho menos. Las cosas, sea como sea, no iban a cambiar. En el fondo sabía que se volvería un amor platónico una vez más, pero eso no me detendría en querer aprender de ti y conocer tus gustos, alegrías, fetiches y molestias.

Si, hay algo atractivo en todo esto. En todo lo que te rodea. ¿Será quizás tu forma de mirar o sonreír? ¿o quizás me provoca tu forma de pensar o sentir? ¿Será el largo de tus dedos o la turgencia de tus senos? ¿El ondular de tu cabello o el sonido de tu voz al conversar?

Pero la vida no se trata de perfección, no se trata de ganar. Solo se trata de disfrutar lo que ella te da. Y es lo que haré, cada día, hasta que de ti no vuelva a saber más.

Extraños Afectos~

Había visto aquella foto en incontables ocasiones, y aún seguía produciéndome el mismo efecto. No lo niego. Había quedado sorprendido, casi idiotizado por culpa de aquella vista. No es que fuera una persona especialmente atractiva, pero algo en su actuar generaba un halo de encanto que me negaba a dejar ir.

Hasta el día en que pudimos conversar.

Puedo decir, fehacientemente, que ese día, todo cambió y que, sin esperarlo, su presencia en mi vida se hizo fundamental.

Se transformó de un amor platónico, de un deseo contenido; a un pilar, a una fuerza principal. He podido conocer historias hermosas y otras, no tanto. Pero ninguna como la de ella. Creo que en parte, puede sonar cliché, pero sigo sintiendo y pensando, que su historia es única. Algunos podrán catalogarlo como amor, como pasión, como deseo reprimido, como un acto sexual en si mismo (quizás algún día deje de observar aquella característica manía de psicólogos del pasado). Y puede que tengan razón. Al menos tanta razón como lo puede tener la gallina de querer cruzar la calle, o los números de definirse a si mismos. En parte, estoy convencido que la capacidad de amar la perdí. Al tiempo que aprendí a deshacerme de la gente que no me era útil en la vida (no por nada dicen que todo nuevo aprendizaje conlleva la perdida de un aprendizaje anterior -¡oh!, pobre de mi habilidad de escritura que se ha visto mermada por culpa de un conocimiento técnico que no me llevará a ninguna parte-).

No. La amo, así como amo las noches de luna llena o las caminatas solitarias bajo la lluvia. Con ese encanto majestuoso del olor a tierra húmeda o del interés inherente, e inesperado, de otra gente hacia uno que se expresa en la sola frase "¿cómo estás?". Es un amor a distancia que desea esa cercanía que tarda en llegar. En el deseo de un abrazo que solo se puede producir en palabras porque no hay más formas de lograrlo. En esa eterna presencia que solo puede llegar de un corazón herido y temeroso de amar.


Por que a cada instante añoro la silueta de tus palabras,
al entremezclarse con la multitud distante, indiferente.
La presencia incólume de tu silueta sinuosa,
del suspiro inconexo que generan tus ideas.
De los abrazos eternos que solo muestran la añoranza
de dos amantes que jamás se amarán;
cómplices de crímenes que solo existen en mente,
mentes conectadas que han hallado en el otro,
el amor sin condiciones que siempre añoraron.

Instantes de Reflexión

Un par de días atrás, tras un caluroso y movido día, esperaba el metro para volver a casa. Había cambiado recién de línea y esperaba a que llegara el tren.

Tengo la costumbre de caminar harto, aún cuando esté cansado y con las piernas adoloridas por tanta caminata, así que me dirigí hacia el inicio del anden, aprovechando que este se encontraba vacio y habían asientos disponibles.

Era la hora en que muchos pingüinos (escolares) salían de clases y, por tanto, se encontraban ahí, esperando el tren. Pero a diferencia de los usuales gritos de los niños, solo estaba el sonido de los autos que circulaban por las calles aledañas y del resto de la gente que conversaba en aquel lugar.

No pude despegar la vista de la animada conversación de los niños, sin dejar de preguntarme a cada instante "¿de qué hablarán?". Sentía curiosidad. No tanto por saber el tema de conversación (probablemente algo relacionado a las clases recién terminadas). Mi mente se había ido por otro lado. Quería saber que hablaban, porque me sentí aislado de ese grupo.

En eso, un caballero se acercó al grupo y, tocando el hombro de uno de los chicos, le pidio permiso para pasar. El niño se movio a un lado. Probablemente por el contacto de la mano del caballero en conjunto con el aviso de sus amigos para que se hiciera a un lado. Y mi mente se vio aún más impulsada por lo que había estado pensando momentos antes.

¿Cómo podía aquel niño escuchar su "permiso"? ¿Y donde está la, tan en boga, integración?

Tanto se ha hablado este último tiempo de "calidad de educación", de "igualdad de derechos", de "integración", pero nadie se pone en los zapatos de esos niños. Y no solo los niños. Solo existe la igualdad, la calidad o la integración, cuando eso implica un beneficio personal. Tanto se habla de "enseñar ingles" como se omite el "enseñar el lenguaje de señas".

¿Dónde queda, entonces, la educación integral? ¿La enseñanza inclusiva? ¿Quién mierda se preocupa por que esos niños puedan comunicarse con todos por igual sin necesidad de alguien que les traduzca para poder comunicarse en sus propias tierras? Son extranjeros en su propio país. Y nadie dice nada.

Quizás, si el silencio gritara. Las cosas serían distintas.

Automensaje

La búsqueda del "camino correcto" no siempre te llevará a un lugar en el que desees estar. Tomarás miles de decisiones que, a tu juicio, serán las mejores en ese momento. Y al final deberás cargar, solo, con el peso de tus propias elecciones.

Nada es una excusa. Ni el deseo de ayudar, ni la sinceridad. Y en ese momento, lo único que te mantendrá en pie, serás tú mismo. No habrá nadie a tu lado para ayudarte. Para decirte que hacer o como hacerlo.

Si tienes miedo de decidir, lárgate.
Si no tienes el poder de soportar el peso de tus decisiones, lárgate.
Si no eres capaz de seguir adelante, pase lo que pase, lárgate.

Porque ser libre de buscar tu propio camino, de decidir sobre ti mismo, es una carga que pocos pueden soportar.

¿Acaso es difícil enfrentar a otros? Es posible. Pero olvidas que la peor tortura, no radica en la que otros puedan efectuar. Al contrario. Existe solo en tu mente. ¿Como va a ser más complicado enfrentarse a alguien que no te conoce al detalle?

No. Olvidas que eres tú, y nada más que tú, quien se puede destruir al completo.

Y necesitarás mucho apoyo. Más no es imposible. Nunca lo es.

Pero para lograrlo, deberás creer en ti, en tu fuerza, en tu coraje. Y afrontar todo lo que por delante pueda venir. Sin cargar en otros tus propias faltas. Sin mentirte sobre tus actos. Pero también, sin creer que lo imposible, es imposible.

Humedad

Cerró los ojos una vez más, como tantas veces lo había hecho en sus largos 50 años de vida. En ese momento, los recuerdos se agolparon en su cabeza. Recuerdos de todo tipo. Se le vino a la memoria sus inocentes juegos de niñez y los no tan inocentes de juventud. Sus amores imposibles, aquellos improbables y los eternos. Recordó a sus hijos y sus risas infantiles, sus preguntas constantes o sus graves problemas de niños pequeños.

En ese momento, sintió que la humedad comenzó a recorrer su rostro, sin siquiera molestarse en preguntar si podían aparecer. No. Así no funcionaba el asunto.

Conversaciones Personales

- ¿A qué le tienes miedo? - le preguntó una voz familiar.
- A mi mismo. Soy fuerte y, si lo necesito, puedo pasar por sobre quien se ponga en mi camino...
- ¿Y el problema? - le interrogó la voz, extrañado.
- El problema... - contestó, como rememorando hechos pasados- es que a veces, eso también incluye a quienes amo...

Gracia.-

Afortunado aquel que contigo esté,
aquel que con sus manos acaricie tu rostro,
rozando sus dedos en tus labios
y pueda arreglar algún mechón caído en él.

Quien pueda compartir tus sueños,
disfrutar de tus palabras,
escuchar el eco de tu alegría
o el efímero instante de tu voz.

Bien aventurado aquel que pueda ser tu apoyo,
aquel cuyas palabras y consejos busques,
quién ansíes besar durante la interminable eternidad de un latido,
quién recurrentemente aparezca en tus sueños.

Quien, en la oscuridad del cuarto,
pueda sentir la tersura de tu piel,
la fogocidad de tu deseo
o el placer no expresado de tu gemir.

Porque la fortuna tiene multiples maneras de emerger,
y cada uno de tus perfiles,
encarna el placer de tenerte en mi vida.

Una hermosa mujer

Era la mujer más hermosa que hombre alguno hubiera conocido. 
No por su figura, ni por sus curvas,
por el tamaño de su busto o el ancho de sus caderas.
Había algo que tan solo su sonrisa expresaba,
que su mirada mostraba, que sus palabras construían.

Y no era para menos, el saber que esa mujer,
además de todo, era madre.
Mal que mal, la verdadera belleza
se mide en consecuencia, en actos y responsabilidades.
Y por todo eso, ella era la mejor.


Texto dedicado a Mari

Dedos de agonía

Tu voz era un grito de agonía constante y latente, de un mundo lleno de altibajos, internos, más que externos. Tus palabras hablaban de un corazón herido y maltratado con los errores de sombras del pasado, que tu corazón trataba de seguir atando a un presente eterno e inmutable. Y no es que fueras consciente de tu incapacidad de liberación. Sabías que aquello así funcionaba en tu interior. Lo podías ver casi como un espectador: externo a todo lo que ocurría en ti.

Tan solo buscabas olvidar la forma de cambiar. Porque los cambios, incesantes todos ellos, atemorizan a las almas atormentadas, cual tormenta a las aves. Y tu esencia misma, es la del pesar. Un pesar por un pasado que no extrañas, pero que te niegas a soltar. ¿Qué es lo que te impide avanzar? ¿Cuánto más te piensas torturar?

Reconocimiento.

Fue en tu ausencia,
en la necesidad de tus brazos,
de tu piel y de tu aroma,
que comprendí cuan errado estaba.

Cuando el corazón herido y lastimado,
encontró el sosiego necesario.
Cuando la mente, en sus locas
y tortuosas ideas, pudo, por fin,
encontrar la calma que añoraba.

En el momento en que los pensamientos,
errantes y danzantes,
cerraron sus pasos sobre si mismos,
dejando de lado exterioridades jamás antes ignoradas.

En aquel pequeño lapsus,
que separa el ensueño de la realidad,
el sopor de la vigilia,
vislumbré aquello que tanto deseaba.

Tú.

Riesgos

Imagen obtenida de aquí
Aún recuerdo aquellas primeras palabras que me dijeron mis padres, cuando chico: "Algún día deberás volar". Había pasado mucho tiempo desde que me las dijeran por primera vez. Y, quizás, mucho más, antes de poder ser consciente de ello.

En aquel entonces, siendo yo un pequeño crio, inocente y sin conocimiento del mundo, esas cuatro palabras, me parecieron mágicas, con un toque místico que rayaba el paroxismo. En cada nueva etapa que pasaba de mi vida, aquella frase tenía algo que decirme. ¿O es posible que haya sido yo el que le forzara un significado? Quizás en mi yo presente, las intrincadas líneas del pasado convergen a una significación racional y lúcida de un hecho que, a todas luces, y en su momento, me pareció surgido de la nada más absoluta.

Deben pensar que estoy loco. Y creo que estarían mitad en lo correcto. Hay cierta mágia en la locura que me parece interesante y que me hace replantearme mis actos de un momento a otro. La cordura enloquece a la mente más fuerte. Y la locura la devuelve a su cause.

En algún momento, me dí cuenta que no podía pasar como si nada ocurriera con aquellas palabras, con sus sonidos y su significado inconexo. Y la hice mía. Mía como pueden ser las posesiones más diversas. Como un amo a su mascota, como un enamorado a su amada. En ese instante, sentí que algo tenía sentido. Era, simplemente, parte de lo que me faltaba para ser yo.

Y fue ahí cuando lo entendí.

Abrí mis brazos.

Alcé mi rostro al cielo.


Cerré mis ojos, unicamente para disfrutar del instante. De los segundos antes del climax.

Avance un paso. Sabía que no habría un segundo.


Esperé. 

En ese instante, las palabras "algún día deberás volar" resonaron en mi mente como un canon de voces y sonidos lejanos, distantes, complejos y añorables. En ese mínimo instante, todo lo vivido, me parecía que solo podía tener un significado. Un punto de término. Ese.

Y me deje caer.


********

En aquel momento, un ave caía en picada desde un acantilado. Sin control. Disminuyendo su distancia a tierra.

Y cuando el choque al suelo parecía inminente, las alas se desplegaron en majestuosidad, como si la diminuta ave, hubiera sabido toda su vida, como hacer aquello.

Dicen que solo las aves conocen la verdadera libertad, pero todos son libres de vivirla.
Basta arriesgarse.
Y volar.

Recomendaciones

-No es lo que tu deseas -decía el anciano, sin dejar de mirar el cuenco con comida-, en tu interior sabes la verdad de las cosas. Sabes que todo fue una injusticia. Sabes que hacen falta pasos que son necesarios, ya sea para continuar o dar un punto final. Sabes que eres fuerte, incluso en tu debilidad. Sabes que lo que te dicen tus amistades es necesario y es su forma de ayudarte a superar algo que ellos saben te duele. Y aún así nada de lo que digan aminorará lo que sientes. Buscas consuelo en sus palabras pero, como te dije, no es lo que deseas. No necesitas sus palabras. No necesitas su apoyo. No necesitas nada de lo que otros puedan darte. Te necesitas a ti mismo y no eres capaz de hallarte. Y buscarás y buscarás y aún así no encontrarás en ti algo que pueda aliviar el vacío que sientes.

El muchacho, que hasta ese momento le escuchaba tranquilamente, lo miró a los ojos con expresión dolida. El anciano continuó.

-Tu mirada me dice que di en el clavo. Pero también logro advertir en ella una fuerza increible. Una que te hará levantarte nuevamente, como muchas veces antes; una que te hará plantar los pies más firmemente en tierra y llevarte hacía adelante; una que sorprenderá a todos quienes te rodean y que los hará sentir orgullosos de quien tienen de amigo. Mas no será sencillo.

El joven giró el rostro, mientras una ligera marca húmeda recorría el camino de su mirar hasta el suelo. El anciano guardó silencio, esperando las palabras de aquel muchacho, y en esa pausa, se lograba apreciar el respeto que le tenía a quien fuera menor que él. Tras algunos minutos, aquella mirada dolida se endureció en un semblante maduro, que mostraba que el dolor sufrido había valido la pena.

-Gracias.

No dijo nada más.
Realizó una ligera inclinación de cabeza hacia el anciano, quien sonrió. Supo que el joven, había entendido sus palabras.

Pensamientos Peregrinos

Otro viaje. Una nueva caminata agotadora.

Se podría decir que era mi peregrinación. Aquella peregrinación necesaria, lejos de todo y de todos, al menos en parte. Buscando un reencuentro interno, una recarga de energías ad portas de iniciar un nuevo periodo con la gente; la misma que amo y aborrezco.

El reloj marca las siete. El sol comienza su viaje hacia el crepúsculo, después de un día de calor sofocante. De un día típico de verano en la ciudad. Un día iniciado en el seno de la ansiedad. Aquella misma que, infructuosamente, intenté controlar.

Nuevamente, he llegado al final de mi recorrido. En la cima. Las piernas agarrotadas por un esfuerzo mayor al realizado en anteriores ocasiones.

Y nuevamente me incomoda ver la ciudad. Aquella en que nací y me he criado. Nunca me ha gustado, pero sigo atado acá. Siguiendo un camino casi preestablecido. Esperando pacientemente el día de la partida. De fondo, el sonido de la ciudad y los murmullos de quienes buscan sosiego en el encuentro de sus dioses, inundan la escena.

Pero falta una voz. Y un cuerpo. Hace falta tu risa, tus abrazos y tus besos. A pesar de cuanto detesto todo esto, solo esas pequeñas cosas habrían hecho de esto un todo perfecto. Un todo esperado, deseado.

Pero al final, solo se puede vivir en la imperfección.

Reinicio

Cuando me dí, mentalmente, la tarea de escribir esto, no sabía que resultaría. Perdón por lo poco, siento que falta como para escribir algo mejor. Pero no significa que sea menos importante o no. Simplemente quiere decir que hace falta vivir más momentos.
Solo quiero desearte, el mejor cumpleaños de todos los que has tenido. Tú sabes que es lo que deseo. Incluso si...

¡Te quiero!

* * * * *

Corría la noche helada,
 nuevamente.

El aburrimiento hacía parte de mi esencia
Arraigándose en mi cuerpo,
en mi mirada, en todo mi ser.

Pasos, que creía ya olvidados,
regresaron en todo su esplendor;
trayendo, con ellos,
recuerdos de pasados distantes,
de alegrías danzantes.

¿Qué esperar?
Cuestionaba mi mente.
¿Para qué, aquel ya antiguo transitar?
Se interrogaba mi ser.

Las imágenes mentales iban y venían
y a su paso solo más dudas dejaban.

Uno.
Dos.
Tres.

Treinta,
O cuarenta,
o cien.

No logro recordar a cuantos vi transitar.
Recuerdo mis dudas y preguntas.
Más no las palabras intercambiadas.

~ ~ ~

En parte no lo quería.
Odiaba aquel lugar.

[¡Para que volviste!]

Más preguntas,
Más dudas.
Más palabras.

[¡No deberías estar aquí!]

¿Qué hago?
[¡Arranca!]
¿Porqué no dejo de recordar?
[¡Asúmelo, jamás olvidarás!]

~ ~ ~

Y mientras las ideas hacían de las suyas,
en un cuerpo y mente heridos, debilitados;
aquel nombre imposible hizo su aparición.

En un inicio,
frío, monótono, distante.
Luego cálido, afectuoso y divertido.

Y una vez más las dudas volvían a aflorar.
[¡No es lo que debes hacer¡]
¿Acaso el sacrificio era la única vía?
[¡Tú no tienes derecho a disfrutar!]

~ ~ ~

¿Recuerdas?

(Una sonrisa,
una voz coqueta,
una mirada cómplice.)

[¡No debes seguir!]

¿Lo sientes?

(Una palabra ,
el afecto,
la necesidad.)

[¡Aléjate, no es para ti!]

~ ~ ~

Y por último la decisión.

(¡Ya sé!, te quiero.)

Esa sensación de deseo.
(El sonido relajante de tu voz)
Esa necesidad de tu abrazo
(¡Cerca! ¡Solo cerca!)

Y en mis pensamientos vuelve tu nombre,
tu recuerdo,
tú.

¡Sonríe para mi!
(La belleza de una sonrisa encantadora)
¡Susurra mi nombre una y mil veces!
(Porque el sonido de tu voz es como mi droga)

Y por último,
¡sé feliz!

(Y disfruta el día a día a mi lado.
Incluso si no estamos juntos en este momento)

Estrella Fugaz

Fuente: Aquí

Fuiste como una estrella fugaz...

Te apareciste silenciosa, sigilosa.
Brillaste en el cielo con una luminosidad única
Intensificando la luz de la noche y del día de una manera nunca antes vista
Y luego, de un día para otro, todo ello desapareció.

Desintegrado por la velocidad y el brillo exuberante.
Y quedaste en mi retina ya acostumbrada a tu transitar.
Hasta que mi vista se acostumbró a tu ausencia.
Y pude vislumbrar el mundo tal cual eran antes de tu aparecer.

I : El bar de los recuerdos

Te conocí de la misma forma que suelo conocer a la gente importante que entra en mi vida. Algunos le llaman "casualidad".

Pero a diferencia de todos ellos, esto fue corto y largo a la vez. Tan dulce como amargo. Tan grato como desagradable. Una dualidad que no dejó nunca de vivirse, experimentarse e integrarse en tu persona. En nuestra interacción.

Y así como llegaste, desapareciste.
Dejando tu aroma, tus voces. Como también nuestros momentos, nuestros recuerdos.
Casi como esperando que todo aquello fuera olvidado, eliminado, de un día para otro; cual papel que, tras ser arrugado, es arrojado al tacho de la basura.

Te informo que no fue así.

Incluso ahora, pasados 13 años, mantengo en aquel cajón, las cartas que me enviaste, los recuerdos de tu persona, el aroma de tu piel, el sabor de tus besos, la calidez de tu piel.

Soy un iluso, no lo niego.

Iluso porque, después de 13 años, aún deseo que regreses y escucharte decir "llegué", como tantas otras veces antes.
Iluso porque, incluso habiendo rearmado mi vida tras tu partida, nunca te dignaste a salir de mi ser.
Iluso porque, incluso ahora, lloro al recordar todo lo que me dijiste en su momento con la esperanza de que siga siendo verdad.

Pero incluso así, no puedo evitar pensar que te fuiste con otro. Que los hijos que de seguro ahora tienes, y antes nunca deseaste tener, son los hijos de otro. Que tus besos y caricias ya no me pertenecen.

Y tras ello, regreso a este estado de pseudo-lucidez que logré armar dentro del desastre que me supuso tu partida.

Porque con ella, no fuiste capaz de dejar todo atrás.

Te llevaste mis sueños y fantasías.
Metas y objetivos.
Incluso mi sonrisa y mi ánimo partieron junto a ti.


Miro al barman y con una seña, le indico que llene la copa otra vez. Whisky. En tu memoria. Siempre te gustó. Yo lo comencé a tomar una vez que te fuiste. Le agarre el gusto, no sé porqué. El hombre me conoce y sabe como prepararlo. Una vez servido, me lo llevo a la boca y tomo un nuevo primer sorbo lento y largo. Está como me gusta. No por nada el hombre lleva viéndome todos los sábados de los últimos 13 años. Tengo un problema con esos días. Quizás tenga que ver con que tu partida ocurrió un día de aquellos.

El barman me vuelve a dejar solo. Sabe que aún me faltan por tomar dos copas más. Siempre eran cuatro, ¿no? Todavía recordamos la primera vez que me aparecí en el bar. Acababas de irte y yo había entrado mudo, casi en estado de shock. Tras muchas preguntas de todos, y mi insistencia en mantener silencio, me dejaron tranquilo y yo me terminé de dirigir a la barra. El barman me miró, y yo con una seña, le indique que me sirviera una copa. La única palabra que salió de mi boca esa noche fue "whisky". Lo siguiente que salió fue el vomito por culpa de la falta de costumbre. Afortunadamente aguanté hasta tomarme el último. Mucho más no recuerdo de esa noche. Ni de varias otras que le siguieron.

Deposito la copa en la barra y, tomándola con las dos manos, me quedo observando su contenido. La puerta del local se abre nuevamente y entra una mujer seguida de atrás por su marido. Muchas veces me imagine que llegabas al bar, como en aquellas películas que te encantaban, preguntando por mi. Sueños infantiles.

*****

El hombre volvió a tomar la copa y continuó hasta apurar la última. Se le notaba retraído, pensativo. Casi parecía que, al mundo en general, no le daba ninguna importancia. Tras una breve conversación con el barman, se levantó y salió del bar

Fuente Imagen: Aquí

Admiración

Resultabas ser admirable.
Por tu fortaleza en el infierno del pesar.
Por tu fuerza al buscar conseguir tus metas.
Por el valor al enfrentar tus temores una y otra vez.

Quizás, en parte, fuera simple terquedad;
y creo que no estaría muy errado.
Quizás, también, fuera un poco de ensoñación;
y es posible que, en la cantidad, corto quede.

Un alma destructiva en su mayoría;
cuya fuerza encontraba en vagas esperanzas,
en sueños e ilusiones de infancia.

Reconstruyendo su vida entera,
en el latir de la existencia,
en el danzar de los sentidos,
en el palpar de los logros conseguidos.

Cambia en el proceso su vida,
sus vidas,
vuestras vidas.

Con la ilusión de hacer que todo sea mejor.
En el error de creer que todo será mejor.
En la convicción de que aquello que es importante,

                                                                    mejorará.