Dedos de agonía

Tu voz era un grito de agonía constante y latente, de un mundo lleno de altibajos, internos, más que externos. Tus palabras hablaban de un corazón herido y maltratado con los errores de sombras del pasado, que tu corazón trataba de seguir atando a un presente eterno e inmutable. Y no es que fueras consciente de tu incapacidad de liberación. Sabías que aquello así funcionaba en tu interior. Lo podías ver casi como un espectador: externo a todo lo que ocurría en ti.

Tan solo buscabas olvidar la forma de cambiar. Porque los cambios, incesantes todos ellos, atemorizan a las almas atormentadas, cual tormenta a las aves. Y tu esencia misma, es la del pesar. Un pesar por un pasado que no extrañas, pero que te niegas a soltar. ¿Qué es lo que te impide avanzar? ¿Cuánto más te piensas torturar?

Leave a Reply