Silencios

No deberías haber venido atinó a decir, sin siquiera haberle dirigido la mirada aún.

Hace tiempo perdiste todo derecho a decirme que hacer, por si se te olvidó contesto con un dejo de molestia en su voz. Hacia unos meses que no se veían y aun así, le hastiaba su manía de decirle qué hacer.

Un silencio incómodo se situó entre ellos. Los minutos pasaron lentamente, mientras cada uno seguía en lo suyo, ensimismados, pensando que decir, teniendo decir alguna estupidez. La lluvia no se había detenido aún y los 4 días que llevaba resultaban tristes a los ojos de ambos. Más cuando no paraban de extrañar los lugares soleados.

Entonces... dudó un instante, pero continuó ¿qué te trae por acá? le vio de reojo, esperando que no lo hubiera notado.

Afuera, el viento soplaba con fuerza y hacia que las gotas chocarán con el ventanal. El televisor no dejaba de sonar, en un sordo susurro, y de mostrar los efectos de esa lluvia infatigable, mientras ambos lo observaban sin ver.

¿Entonces? le apremió. Al menos logró disimular su impaciencia.

Volvió a mirarlo ahí, sentado con la mirada fija en el televisor. Los recuerdos se le apretaban en su memoria y una rabia muda y contenida se le apareció en sus ojos. No había cambiado nada.

Déjalo murmuró, entre molesta y desganada.

Dio media vuelta y comenzó a caminar. Abrió la puerta y dio un paso hacia afuera, pero se detuvo. Volvió la vista atrás para verlo por última vez.

Creí que eras mejor... pero me equivoque y salió.

Una lágrima solitaria rodó por el rostro de él. Una lágrima que desapareció rápidamente, para luego seguir observando, casi impasible, los efectos del temporal.

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