Viajes

El día amanecía con un sol tímido, cual jovenes amantes que recién comienzan a conocerse en su desnudez, en parte por unas pocas nubes que lo cubrían; en parte por el aire contaminado que en aquel lugar había.

El canto de un ave perdida, quién sabe donde, era el único sonido que se podía escuchar. Tan solo el ruido de la ciudad inundaba todo el ambiente, llenandolo al completo, reclamando para si, todo lo que allí crecía.

Los rostros agotados, tristes y estresados, llenaban una ciudad cargada de malas decisiones, de autoridades desconectadas con la sociedad, de viajes excesivos.

Y en aquel caos, un alma brillante, alegre y colorida, desprovista de todo desánimo, iluminaba su rostro de una sonrisa radiente, sincera y acojedora. Un alma inocente, cuya sonrisa solo aquellos que veian, no podían evitar replicar. Por que hasta en el caos de una ciudad gris, nadie se puede resistir a la sonrisa de un bebé.

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