Vehemencia

Siempre había estado orgulloso de su mente.
De aquella que le permitía aprender y aprehender de manera rápida.
De aceptar los cambios.
De pensar con vehemencia.

Pero claro, cuando llegaban los días de oscuridad, también era aquello que más odiaba.

Pensaba en volarse o curarse.
Incluso pensó en drogarse.
Intentaba en maneras de desviar su atención mental.

Lo último nunca funcionó.
Lo segundo no pasó de un pensamiento.
Lo primero jamás lo intentó.

Prefería sufrir en silencio y hundirse en el dolor.
Prefería eso a sentir que huía de los problemas.

Y al final lo único que quedaba era la tortura de una mente que trabajaba sin descanso.
Y que había aprendido a pensar con vehemencia.

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