Incongruencias.

¿Cuánto tiempo era menester que transcurriera, para poder sentir esa indefención en la sonrisa de alguien? Esa necesidad de tocar, de sentir, de traspasar algunos límites (o todos, tal vez..).

Alma enajenada cada vez que sonries, que tu rostro denota esa alegría cansada pero sincera.

Y me pregunto, con el tiempo, si he crecido algo desde aquella última vez que algo denominado "sentimientos" afloró en mi interior. El óxido ha dejado mella, lo noto. El óxido y las piezas mal ajustadas. Avanzan traqueteando, como si dudaran de que todo aquello pudiera volver a ocurrir. ¿Es real? Como si en su movimiento gritaran aquella pregunta a voz en cuello ¡¿Después de todo este tiempo debemos movernos una vez más?!

Es extraño. Es irónico. Es fantástico. Hasta artificial. Lo suficiente como para que incluso, me halle aquí, ahora: escribiendo. Criticándome, incluso, esa falta de profusidad durante tantos años (¡estúpido! ¡aprende a dejar de depender de tus sentimientos para poder crear! ¿o acaso el tiempo no te enseñó nada?). En este nuevo panorama. No, no me reconozco.

Me siento más inseguro que nunca. Con más cargas que nunca. Con más sentimientos que nunca (mentira, una mentira absurda, pero incluso esa mentira, engloba algo de veracidad).

Y en el fondo, solo puedo decir: "maldita la hora en que te dejé entrar a mi vida", al mismo tiempo que siento la fortuna de que "hayas llegado a desordenar mi día a día con tu presencia".

Quizás, al final, la duda no es tan grande, tampoco. Y solo me cuesta asumir que ocupaste un lugar que creía muerto.

Destruido

Desaparecido.

Uno que, en el transfondo de todo, tenía demasiadas barreras como para recordar que existía.

Pero si, siempre estuvo ahí.

Leave a Reply