Texto 70 (Conjunción)

De fondo la música, con palabras irreconocibles para mi, pero que expresan más de lo que puedo comprender.

Lentamente mis pensamientos, que vagaban a su antojo, comienzan a tomar forma, se mueven al unisono, marcando el camino que mis pasos, y por ende, mis palabras, han de seguir.

Puedo observar a mi Madre mirándome bajo el cielo estrellado, y siento su cercanía, casi palpándola con mis propias manos. El aire parece fundirse lentamente, con el ambiente circundante, pasando a ser solo uno con la tierra, con el mar.

A medida que el crepúsculo llega, esa unión parece afianzarse más y más.

Maravillado, me tiendo en el pasto que me rodea, observando en silencio la llegada de la noche. La conjunción de todos esos seres individuales.

A medida que el día da paso a la noche, y los sonidos mundanos comienzan a calmarse, escucho reverberar con mas fuerza el sonido de la propia naturaleza, permitiéndome sentir de fondo el rugir de las olas, el ulular del viento, el gemir del suelo.

Alguien se detiene a mi lado, y se sienta, sin articular palabra, me permito cerrar los ojos, y siento mi respiración calmada, uniéndose al ambiente. Los abro nuevamente, y miro a la muchacha que sentada a mi lado está, dedicándole una cálida sonrisa.

La chica se levanta, y se coloca al frente mio, de espaldas, para luego sentarse nuevamente y recostarse en mi. Instintivamente, rodeo su cuerpo con mis brazos, y apoyo mi cabeza en su hombro.

Vuelvo a cerrar mis ojos, y noto como su respiración y la mía, se hacen eco de aquello que nos rodea, acompasándose hasta parecer uno solo.

"¿Sientes como todos somos uno?" le oigo murmurar a la muchacha, y asiento con tan solo un leve movimiento de mi cabeza.

Así, sin el más mínimo movimiento de nosotros, seguimos observando el lento paso del tiempo, a medida que el crepúsculo llega a su fin inevitable, rodeados de todo y nada a la vez.

10 de Enero de 2009

Leave a Reply