Horas

Amanece...

Agotado por las largas conversaciones nocturnas, me dispongo a iniciar una vez más el día a día. Me desperezo con calma y me levanto, apegándome (inconscientemente) a la rutina. Como tal, recibo aquel mensaje matutino que se ha vuelto en el indicador de lo bello que se transformó este último tiempo, ¿o acaso la vida obtiene de ahí su lado maravilloso?

Me alisto para ir a la Universidad, manteniendo como siempre mi rutina, aunque en mi corazón esta la felicidad de lo que ocurrirá después, el recuerdo de aquella conversación nocturna me persigue...

Llega la última clase del día y me dispongo a irme. A pesar de todo, me dirijo en dirección contraria a mi camino a casa. La felicidad y alegría me invade una vez más, al llegar a buscarte, al verte, al poder abrazarte. Pero el tiempo no es eterno y debemos retomar la realidad. ¿Tan injusta es la vida al no dejarme a tu lado permanecer?

Al fin vuelve a ser de noche. Una grata compañía se hace presente y transforma las noches de invierno más cálidas. Y nuevamente me quedo conversando con ella, hasta la hora veintiséis...

20 de Agosto de 2010

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