¡Silencio!- dijo la noche entumecida, con su frió inherente.- ¡es suficiente!. Existo para que ustedes duerman y descansen, se repongan de un día agitado y agotador. No alteren mi tranquila presencia, que solo daño a ustedes mismos se harán- y así como llegó, desapareció.

El día había vuelto a dominar la escena.

14 de Diciembre de 2010

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