...
Una vez más nos reunimos en el mismo lugar de siempre. Cada vez es menos la gente que nos rodea. Me vez, te veo y nos saludamos como siempre, pero a pesar del tiempo pasado, actuamos como si el otro no existiera.
Desapareces. Te esfumas, mientras te busco con la mirada y comprendo que ahí no estas; y comienzo a esperar, casi con ansias, que regreses.
Siento tus pasos, como te sientas a mi lado, y como te abrazo en un acto de inconciencia que me agrada. En un momento te atraigo más hacia mi, apollas tu cabeza en mi hombro, y te tomo de la mano con suavidad.
Nos vamos, tu y yo en silencio, pero un silencio distinto, un silencio que me gusta, que me ilusiona, mientras te veo constantemente de reojo.
Cuando finalmente volvemos a hablar, tu estas por marcharte, y actuamos como si ello no ocurriera, una vez más, hasta que se hace evidente que solo nos queda despedirnos. En ese momento, nos besamos en las mejillas y nos abrazamos con cariño, luego te beso la frente, y finalmente marchas a tu hogar.
Y me quedo solo, nuevamente, en aquel lugar.
Texto 46 (Tiempo)
25 de Septiembre de 2006